En la cata pudimos comprobar la calidad de algunas bodegas y contrastar los diferentes estilos de vinificación, que con esta uva, nos encontramos en el mercado.
Comenzamos con un Sierra Cantabria colección privada 2007, de color rojo bermellón intenso de capa alta, concentrado en aromas, fruta compotada, y una boca carnosa y amplia, un caramelo algo falto de profundidad.
Luego vino un Viña Tondonia 1997, de rojo apagado con ribete anaranjado de capa baja, aromas de flores secas, fruta escarchada, olores a desván, canela, tabaco y una boca larga y sedosa con recuerdos licorosos. En la misma linea aunque algo mas frutal se encontraba Viña Ardanza 2000, de excelentes recuerdos terciarios y conservando una fruta fresca en primer plano sorprendente.
Quinta Quietud 2005 de Toro, fue el más meloso, de recuerdos lácticos, leche frita, pan tostado, regaliz, algo tánico en el postgusto.
Solar de Samaniego crianza 2006 mostró unas notas de verdura y raspón poco atrayentes. Señorío de Andión 2002 fue eliminado por problemas de corcho.
Y Cepa 21 2006 de rojo cereza intenso de capa alta, ribete amoratado. Aromas de fruta roja y negra, regaliz, ahumados, torrefactos, chocolate. Boca carnosa, tánica y algo amarga con buena estructura y recuerdos a compota de fresa.
Una interesante cata que puso de manifiesto el extraordinario potencial de la uva Tempranillo.